Blogger Template by Blogcrowds.




Una ciudad vertiginosa como Nueva York es dificil de digerir cuando tienes un pacto de fidelidad con el silencio. El ritmo que se vive, convive y respira en Manhattan, por ejemplo, es de ir siempre contra el reloj, con una apreciación del tiempo siempre como un activo económico irrecuperable y con la visión de ser vivir una constante carrera contra el resto.


El dinero significa mucho, y lo que es gratis significa más dinero para otras cosas. Algunas personas llegan al punto de separarse de lo estríctamente mundano y despilfarran el dinero con asombrosa frialdad.


Jamás habría pensado que hubieran tachos de basura para celulares que siguen funcionando perfectamente, o muebles desechados porque sus dueños se aburrieron de verlos cada mañana en sus casas. El consumismo es exagerado.


Los estadounidenses trabajan, después trabajan y en algunas ocasiones trabajan. Pocas veces trabajan y disfrutan al mismo tiempo. Porque el 'sueño americano' es la autosuperación infinita en la que no cabe el descanso o el parpadeo. Vivir para no vivir. Desperdiciar la juventud y disfrutar recién en la senectud, cuando el cuerpo ya no es el mismo. Y esto se explica fácilmente en la cantidad de ancianos que colman los campos de golf, que derrochan su dinero en Las Vegas o que se solean eternamente en Miami. Y esto también se explica en que hay escasísimos turistas jóvenes norteamericanos que, por ejemplo, viajan de mochileros.


Los estadounidenses (nótese que no les llamo 'americanos' o 'norteamericanos' intencionalmente) siguen con su 'sueño americano', pero mientras sueñan alcanzarlo, sus cuerpos ya les va cobrando el esfuerzo y todo terminó siendo, justamente, un sueño.


El extremo capitalismo premia el esfuerzo y la autosuperación, pero no le importa si terminas siendo feliz o no. No le importa tener "Un mundo feliz", como irónicamente lo tildó Aldous Huxley en su más famosa novela.






Les dejo un video acorde al tema:

0 Comments:

Post a Comment



Entrada más reciente Inicio